miércoles, 3 de julio de 2019

Canción de naufrago*


*Rara vez escribo poesía, pues siento que no es lo mío. Siempre he pensado que hay que ser muy dado a encontrarle el lado romántico a las cosas para escribir este tipo de obras, y ese definitivamente no soy yo. En cualquier caso, de vez en cuando he intentado encontrarme con ese escritor sensible y suave que se requiere para escribir poemas, y uno de los pocos que he escrito en mi vida es esta canción, que la verdad no sé si sea tan sensible como creo, porque al final resulta trágica, aunque la poesía tiene algo de trágico siempre, ¿o no es así?

Imagen de Johannes Plenio en Pixabay

Zarpé del puerto amado
y me fui al interior del mar;
pesqué el sustento del día
mientras veía las nubes pasar

Después descansé un poco
queriendo en el mar hallar
el silencio de la ambrosía
y quietud hasta más no pensar

Alado entre los recuerdos,
quizás ya dormido mi ser,
soñé que tú me querías
y yo te quise también.

No vi que todo era un sueño,
no vi que no podías ser
por eso me lancé a tus brazos
que no me podían tener.

El mar me habló desde lejos,
me dijo que fuera hacia él:
«Yo te daré lo que quieres,
los brazos y el alma de él;
sus besos serán par ti,
su aliento olerás sólo tú,
su risa será por tu causa,
en su cama sólo cabrás tú».

Y fui y navegué para ver
si mi felicidad podía ser.
Remé con la fuerza de un hombre
Que busca el amor por su bien.

Y fui al horizonte lejano,
llegué a su borde mortal,
y allí el mundo esperaba
y cantaba sobre el amar.

Lo admiré un rato lejano,
pero al verme dejó de cantar.
Me acerqué como un niño asustado
y sin hablarme el mundo se va.

Quedé de repente aislado,
todo cerca de mí era mar;
me alejé de la tierra cegado
y ahora quería regresar.

Mas perdí de mi rastro su estela,
me seduje a mí mismo en mi afán,
no miré ni siquiera hacia el cielo
y ni el norte podía recordar.

Y el mar me habló desde el fondo,
desde su negra profundidad:
«Tal vez él está en mis resquicios,
y aquí tú lo puedas hallar».

Miré tan iluso hacia abajo,
había un brillo en el abismo del mar:
eras tú, quien celoso del aire,
me decías que fuera hasta allá.

Yo fui el que zarpó un día
tras el mundo y su felicidad,
y al llegar hasta el borde del mundo
le traiciona y este se va.
Y buscando un rincón de consuelo
ha escuchado el murmullo del mar
quien le muestra que en cada destello
Algo etéreo la muerte ha de dar.

No te culpes de ser el misterio
que ha hecho mi vida acabar,
sólo piensa, mi amado secreto,
te he encontrado en el fondo del mar.

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